Buen día amigos, deseo compartirles un texto surgido del nuevo espacio de debate #AprenderApensar de nuestra Cámara, que fue inspirado por el padre de la Responsabilidad Social Empresaria, Bernardo Kliksberg cuyo estudio sobre “Fallas Éticas” nos estimuló para pensar en algo más fuerte que promovía nuestra triste realidad nacional, y lo llamamos “Fallas Culturales” como disparador de una búsqueda creativa de comprender para luego solucionar.
En este proceso creativo interminable hoy se nos ocurrió la palabra “Budicristijudeohelenism…” con la que titulamos la próxima nota.
Considerando que la revolución de las comunicaciones hace que nuestros jóvenes accedan a la influencia de la cultura Coreana, Japonesa y Maorí, entre otras y vean que ellos tienen otra mirada del mundo que puede complementar y ser complementada por la nuestra.
Creo que es importante para nuestros liderazgos renovarnos y debatir los cambios positivos que hoy nadie puede censurar o clavarle un cepo.
#VivaLaPatriaGranaderos
Nietzsche said…
“No quiero que mi condena al cristianismo sea injusta para con una religión afín, que tiene mayor número de fieles: el budismo.”
Ambas están emparentadas en su carácter de religiones nihilistas, de la decadencia, pero se diferencian entre sí de un modo notable. El hecho de que podamos compararlos es algo que el crítico del cristianismo debe agradecer a los eruditos de la India. El budismo es 100 veces más realista que el cristianismo, posee la herencia de un planteo objetivo y frío de los problemas, aparece con posterioridad a un movimiento filosófico que había durado cientos de años; ya se había eliminado el concepto de “Dios” cuando apareció.
El budismo es la única religión verdaderamente positiva de la historia, incluso en su teoría del conocimiento, un estricto fenomenalismo. No habla de una “lucha contra el pecado”; sino que reconoce la realidad y nos habla de la “lucha contra el sufrimiento”. Lo diferencia profundamente del cristianismo el engaño a sí mismo, hallándose – utilizando mi lenguaje- más allá del bien y del mal.
Los dos hechos fisiológicos en los cuales se asienta y que no deja de tener presentes son: primero, una excitabilidad profunda de la sensibilidad, que se expresa en cuanto a la manera de experimentar el dolor; segundo, una exacerbación del espíritu, un desarrollo prolongado entre conceptos y procedimientos lógicos, entre los cuales el instinto de la persona se encuentra en desventaja con respecto de lo ” impersonal” (ambos, estados que algunos de mis lectores conocerán, como yo, por experiencia). Estas condiciones fisiológicas han dado origen a una depresión contra la cual combate Buda por medio de su higiene.
Utiliza la vida en libertad, la existencia trashumante; la moderación al comer y elegir los alimentos; la moderación en el uso de bebidas alcohólicas; la precaución ante los afectos que producen bilis, es decir, que calientan la sangre; la necesidad de desterrar las preocupaciones, tanto por uno mismo como por los demás. Exige imaginaciones que sosieguen o alegren, inventa y crea medios para ahuyentar las demás. Entiende la bondad, el ser bueno, como una vía para alcanzar la salud. La oración no existe, como tampoco existe el ascetismo: no hay imperativos categóricos, ninguna obligación, ni aun dentro de la comunidad monástica (se puede salir de ella). Todas estas serían maneras de aumentar esa sensibilidad extraordinaria. Por esa razón Buda no habla de la lucha contra quienes piensan distinto. Su doctrina sólo combate la venganza, el ressentiment y la negación (“no es por la enemistad como se pone fin a la enemistad”, tal es el conmovedor estribillo del budismo). Y con razón, pues esos sentimientos serían completamente insanos frente al propósito dietético primordial. La lasitud espiritual que encuentra y que le da forma a su “objetividad” excesiva (entendida como un debilitamiento del interés individual, la pérdida de gravedad y de “egoísmo”) la combate refiriendo a la persona aun los intereses espirituales. En la doctrina de Buda el egoísmo es deber: el “una sola cosa es necesaria “, el “cómo te liberas del sufrimiento” regula y limita toda la dieta espiritual (es permitido ensayar un paralelo con aquel ateniense que combatió también al puro “cientificismo”; Sócrates, que en el plano de los problemas elevó el egoísmo personal al rango de una virtud).
Capítulo XX de El anticristo.
#AprenderAPensar
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