Los Bucles de la Economía Circular
Las cadenas de valor se vuelven cada vez más circulares: los residuos son considerados insumos de otras cadenas, suman nuevos procesos productivos y se convierten en fuente de nuevos negocios, mayor eficiencia y empleo genuino. La asociatividad es la clave.
Si en el Universo, nada se pierde, todo se transforma, la economía circular es un ejemplo de que esto es posible, agregando en el proceso de transformación, más valor todavía. El nuevo paradigma que viene a reemplazar el anterior, la economía lineal de “fabricar, usar y tirar”, y que termina en vertederos, hoy propone respetar tres principios, según la Fundación Ellen McArthur: hacer foco en el diseño de productos -con objetivos de mínimos desperdicios y polución, ya que en esta etapa se determina alrededor del 80% del impacto ambiental-; mantener los productos y materiales en uso el mayor tiempo posible -reusados, reparados y remanufacturados – o deben ser devueltos a su origen; y regenerar el ecosistema natural activamente. El cambio de modelo involucra a todos: negocios, individuos, gobiernos o ciudades deben mantener un rol activo para lograrlo.
De estos principios, el de revalorizar residuos para evitar recurrir a recursos naturales y mantener los materiales circulando por más tiempo en otros ciclos productivos. Así, proyectos que crean nuevos productos, pequeñas empresas que idean nuevas soluciones se transforman en los “bucles”, como los llaman, de la economía circular.
Relaciones clave:
Diseñar el negocio para minimizar los residuos, optimizar el uso de los recursos y reducir el impacto del ciclo de vida de las soluciones de envasado, procesado y servicio es el objetivo de Tetra Pak. Por eso, “es fundamental asociarse con stakeholders clave para construir cadenas de valor de reciclaje sostenibles”, dice Horacio Martino, especialista en Economía Circular. La firma trabaja con actores clave como municipios, cooperativas de Recuperadores Urbanos e industrias de reciclaje, como desarrolladores de nuevos productos que traccionen demanda. También educan al consumidor para concientizarlo. Con acuerdos con 10 recicladores y con decenas de cooperativas y/o municipios, donde entregaron más de 30 cintas para separar residuos, hoy los mismos se utilizan para realizar tejas y placas de polyaluminio, mobiliario, papel y cajas, placas simil aglomerado, pallets de polyaluminio, papel, cartulinas y chapas acanaladas. El comienzo de la cadena es la materia prima renovable -madera certificada por FSC- con la cual fabrican sus envases, luego llenados por los clientes con alimentos en sus respectivas plantas. Gracias al reciclaje, recuperan el material y comienza la segunda vida de estos materiales donde serán tejas, placas, mobiliario escolar y hasta útiles escolares. También hay lugar para la acción social: en alianza con APAPER, la asociación que apadrina escuelas rurales, llegan kits escolares elaborados con material reciclado de envases, armados en ATIADIM, un taller protegido de Chivilcoy, que emplea a personas con discapacidad para la fabricación de productos de baja complejidad y permite su inclusión social. “Creamos un nuevo modelo productivo, el de carpintería sustentable”, explica Gustavo Martínez, director de la asociación que tiene un taller de Formación Laboral, que permite incorporar competencias en el uso de herramientas eléctricas, de corte y perforación para una mejor inserción laboral de sus operarios. “La clave de alianzas con corporaciones es la creación de un vínculo de confianza: somos una organización que presenta un montón de soluciones y donde los directivos de empresas encuentran rápidamente las oportunidades a partir del conocimiento de nuestros procesos y potencialidades”, dice Martínez. Esto se traduce en el traslado de procesos productivos a su taller para el ensamble o intervenciones en el producto, o en el requerimiento de proveedores de productos sustentables.
El valor oculto de los residuos:
Serrano, una Pyme que fabrica muebles escolares es otro aliado de Tetra Pak que les permitió diferenciarse: fabrican equipamiento escolar con placas hechas con envases reciclados. La firma adhirió en 2016 a los principios del Pacto Global. Preocupados por su desempeño social, ambiental y económico, o triple impacto, implementaron un Sistema de Gestión Integral e impulsan políticas, prácticas y procedimientos para promover un consumo más eficiente de los recursos naturales y reducir la generación de residuos.
“Desarrollamos productos que tienen la circularidad como atributo, al incorporar “residuos” que se convierten en recursos”, explica Daniel Díaz, responsable de Calidad y Medio Ambiente de la Firma. ¿Cómo lo hacen? Sustituyen la madera por el uso de las placas elaboradas con el post-industrial de Tetra Brik.
“Implicarnos de forma más directa en los problemas que aquejan a la sociedad y encontrar en la creación del valor social compartido la posibilidad de brindar respuestas innovadoras” dice Díaz fue razón de involucrarse en la fabricación de muebles a partir de residuos. Fruto de un proceso de “imaginación gerencial”, tal como lo describe, formación de alianzas estratégicas e investigación, desarrollaron los primeros prototipos de la línea de productos “sustentables”. Así, contactaron a Tetra Pak. En esta línea de mobiliario las piezas que habitualmente son de madera son reemplazadas por una combinación de tres materiales: laminado plástico, MDF y placa reciclada. El mueble híbrido cumple los estándares de calidad requeridos por el mercado y satisface las mismas necesidades que los muebles tradicionales.
Respecto de costos, es similar al de los muebles tradicionales, aunque los aspectos logísticos y de insumos son todavía un aspecto para mejorar: no siempre se consigue la placa con los requisitos técnicos mínimos para conservar la calidad de los productos. “Vamos a apoyar el desarrollo de proveedores locales y generar acuerdos convenientes para las dos partes: será posible a medida que la demanda del mueble crezca”, explica Díaz. Usar material reciclado provisto por recicladores tiene beneficios además de agregar valor a un residuo, también aporta la reducción de residuos sólidos y disminución de consumo de madera y generar conciencia ambiental en el consumidor. “Logramos un producto reciclado con características muy similares en cuanto a costo, estética, calidad, rentabilidad, y que se diferencia de los productos estándares por los beneficios socioambientales que genera”, resume Díaz. Además, es una fuente de posibilidades para quienes los acopian y los procesan, por el valor que adquiere el residuo como insumo. La firma espera extender esta tecnología a muebles fuera de la línea escolar y tiene como meta final la exportación.
Packaging Circular:
Pulpo, una firma asociada a Newsan, nace en 2012, cuando la necesidad era dar solución a la saturación del relleno sanitario de Ushuaia. Hoy, reciclan 8.000 toneladas al año de residuos de cartón y reincorporan los productos al mercado con una red de más de 90 clientes en todo el país. Pulpak es la tecnología alternativa al packaging tradicional de la industria electrónica – el Telgopor-, que genera valor agregado y reemplaza materiales no reciclables. Un material versátil, resistente y seguro, que protege cualquier tipo de producto, en traslados de largas distancias, 100% ecológico, conveniente en su relación precio-calidad. “Somos el principal proveedor de la industria electrónica a nivel nacional y esperamos posicionarnos en el corto plazo en otras industrias”, cuenta Nicolás Cherñajovsky, CEO de Pulpo. El proceso de fabricación del packaging se inicia con la recolección de los residuos clasificados en el origen. “La basura se separa por tipo de material allí donde se produce, no mezclándolo con otros residuos”, explica. Ya clasificados, se envían a planta para su procesamiento donde se transforman en puré de cartón que posteriormente se introduce en un molde con la forma de la pieza a producir. Luego se le extrae el agua y la nueva pieza ingresa al horno de secado, de donde se obtiene el producto, comercializado con la marca Pulpak. “Se logró una reinserción al circuito productivo del 95% de los insumos de descartes de las principales empresas de la ciudad de Ushuaia y la separación en origen de este municipio: se reemplazó el packaging no reciclable por uno reciclable, en un volumen de 100.000 metros cúbicos al año, el equivalente a 3.400 camiones de basura que terminaría en los rellenos sanitarios”, dice el ejecutivo, que proyecta a Pulpak como líder regional en el segmento, con una cartera más amplia de productos elaborados a base de material reciclado.
De residuo a insumo
A veces la solución para el recupero y la puesta en valor de los residuos requiere ponerse en contacto con sectores de actividad distintos, pero que pueden beneficiarse mutuamente. En el caso de Molinos, la firma buscaba una solución sustentable para la disposición de la cáscara de arroz en su planta arrocera de Concepción del Uruguay, tradicionalmente considerada un residuo dentro de la producción arrocera. La posibilidad de convertir un desecho de planta en insumo para clientes tuvo como principales drivers temas medioambientales -evitar la disposición final-; económicos -bajar el costo de transporte y disposición- y sociales -reclamos de vecinos que se evitaron gracias a un transporte y almacenamiento libre de polución-. “La primera opción fue usarlo como combustible de una caldera de biomasa para el proceso de parabolizado de arroz”, explica Inés Kracht, jefa de Asuntos Públicos y Sustentabilidad. La producción de 28.000 toneladas de arroz paraboil al año y de unas 24.000 de arroz blanco, resultaban en 1.700 toneladas anuales de ceniza, luego de la incineración de este desecho. Para buscarle un uso alternativo útil a la ceniza, evitar su disposición final y bajar costos se buscó reinsertarla en otro proceso productivo: así desarrollaron un mercado inexistente en Argentina. Consiguieron un comprador, Sun Aras, que dejó de importar cáscara de arroz calcinada de Paraguay para comprarla a Molinos; su comercialización, luego de un mínimo de valor agregado, se realiza a empresas como Siderar, Acindar, Siderca y otras firmas que producen metales. “Logramos un ingreso de U$S 65.000 anuales por venta de ceniza y un ahorro anual de fletes de U$S 135.000 por año, además de menores contingencias ambientales y de reclamos de vecinos”, dice Kracht. Los desafíos que superaron fueron logísticos -la infraestructura de la planta no estaba preparada para este nuevo proceso y la carga de camiones fue dificultosa- y luego, el segundo desafío fue lograr colocar todo el volumen de ceniza generado por la planta, un proceso que llevó cinco años.
Circularidad local
Según el CEADS, Consejo Empresario Argentino para el Desarrollo Sostenible, que identificó modelos de negocios de economía circular en casos de empresas argentinas socias, el tipo de estrategia de circularidad más implementada por estas firmas es el de la Recuperación de recursos al final del ciclo productivo, con 62% de frecuencia. A ésta le sigue la Extensión del ciclo de vida del producto -con la reventa o reparación de este-, un 19%; y el de Suministros circulares -recurrir a energías renovables o insumos reciclables o de base biológica-, un 19%. Los modelos de Plataforma de intercambio -propiedad compartida de los productos, con aumento de tasa de uso de los mismo- y de Producto como Servicio -donde el productor retiene la propiedad del producto que se ofrece como servicio, para internalizar los beneficios de la propiedad de los recursos circulares- no se registraron en los casos estudiados. “La economía circular es una alternativa superadora al modelo de la economía lineal, basado en la preservación del valor de uso de los bienes y servicios por el mayor tiempo posible y en la eliminación o demora de consumo de nuevos recursos naturales, logrando a la vez la minimización de la generación de residuos. Es un modelo biológico e industrial que es regenerativo por decisión y propulsado con energía renovable”, define Ana Muro, coordinadora del área de Sociedad y Empresa del CEADS que coordinó el estudio junto a la Agencia Alemana de Cooperación Técnica GIZ. “Entre las recomendaciones a las firmas está el aumentar el nivel de asociatividad para propiciar la integración de los consumidores, de la cadena de valor y con el sector público; fortalecer los vínculos para mejorar la estrategia de circularidad y alinear agendas públicas y privadas para lograr una gestión integrada”, explica. El estudio también mostró la convergencia de estas prácticas con los ODS y los NDC, las contribuciones nacionales comprometidas ante el cambio climático. CEADS puso a disposición de las firmas una herramienta que permite clarificar categorías y atributos de las prácticas y les permite evaluarlas en términos de innovación, grado de madurez, impacto y escalabilidad.
Fuente: El Cronista
Para más información escribinos a info@regionalpymezonasur.org.ar
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